El BCE frena. Bruselas acelera. ¿Destino? Aún por definir.
La Comisión Europea parece decidida a subirse al tren de las stablecoins, pero aún no sabe a qué estación quiere llegar ni quién conduce el convoy.
Mientras propone reconocer como “equivalentes” algunas stablecoins extranjeras —incluso sin garantías legales comunes ni mecanismos de supervisión transfronteriza—, el BCE lanza una alerta clara: abrir el grifo sin reglas comunes puede generar riesgos sistémicos reales.
Esto no va solo de cripto:
👉 Va del euro.
👉 Va de soberanía financiera.
👉 Va del poder real sobre las reservas.
🧠 ¿Más prisa que cabeza?
La narrativa europea en torno a la tokenización y los criptoactivos está cada vez más fragmentada. Por un lado, MiCA marca un hito regulatorio. Por otro, las stablecoins se gestionan como si fueran una moda que hay que seguir sin perder comba.
Y no es un caso aislado.
📍 Hace unas semanas, la CNIL publicó una guía sobre cookies de análisis exentas de consentimiento, señalando la importancia de conservar la soberanía de datos en suelo europeo.
📍 El Bundesbank ha advertido que los CBDC deben limitarse a usos específicos para evitar disrupciones en la banca minorista.
📍 En Francia, el AMF (Autorité des marchés financiers) estudia cómo permitir tokens en mercados secundarios sin renunciar al control institucional.
⚖️ Regular sin una estrategia clara no es neutral: es peligroso.
Porque en esta partida, el que regule mal paga dos veces:
* Pierde competitividad,
* Y pierde soberanía.
Europa debe decidir si quiere liderar la infraestructura financiera del siglo XXI o si se limitará a aceptar las reglas de otros.
Y eso implica dejar de improvisar con parches regulatorios y empezar a construir una visión coherente, transnacional y estratégica.